
Opinión
Las Islas Maravillosas de Tomás y Alicia Morilla Massieu
La pintura de Tomas Morilla Massieu y Alicia Morilla Massieu nos recuerda que las islas de prestigiosos nombres que pertenecen a la historia, a la novela o a la leyenda, son tan reales como fantásticas. Al ver sus cuadros, el espectador se interroga sobre la realidad o irrealidad de esos territorios que surgen de repente, a lo lejos, en la bruma del verano, al anochecer o al alba, formando un diseño de filigranas sobre las aguas. Se inspiran, indudablemente, en las islas Canarias, ya de por si legendarias, y tal vez ello colabora a que sus paisajes sean tanto reales como imaginados, y que den la impresión de que se llega a ellos después de largas travesías, y que para conocerlos hubo que descifrar la noche, desenredar las algas, atravesar las dunas y las rocas.
Estos magníficos artistas, cuyo linaje los relaciona con los nombres de grandes pintores canarios –Ponce de León, Nicolás Massieu y Falcón, Nicolás Massieu y Matos, Lola Massieu–, renuevan ahora la tradición, al presentar en sus cuadros más recientes, una radiante y maravillosa explosión cromática que implica el desarrollo de un neosimbolismo y un imaginativo primitivismo. En esas obras deslumbrantes, el color es el principal protagonista. Predominan los colores complementarios, puros, saturados, principalmente planos. Rechazan los colores imitativos, su elección es arbitraria, instintiva, intuitiva y apasionada. Su paleta plasma la luz mediante áreas de contrastes y variaciones tonales e imparte luminosidad inclusive a las sombras y reflejos.
Ambos artistas buscan la creatividad artística en base a la originalidad y la libertad. El arte para ellos no es representación sino presentación. Las telúricas montañas de Tomás recuerdan que fueron separadas de un continente, que nacieron de una desarticulación, y que sobreviven al hundimiento de lo que las retenía. Su trazo muy marcado realza el énfasis cromático de la obra, y tienen algo de pintura japonesa, como el fantástico sentido vertical de Hiroshige. Los paisajes de Alicia con vegetaciones tropicales que la tierra ofrece espontáneamente, y marinas evanescentes de colores suavizados hacen pensar en un paraíso de eterna primavera en el que nadie envejece, donde la paz es perpetua y no existe la fatiga.
Además de los lienzos, las pequeñas tablitas, de dimensiones reducidas logran captar y concentrar toda la energía del paisaje y crean una especie de microcosmos o mundo en miniatura.
Se ha dicho que toda isla es un mito, y sin duda estos paisajes de Tomás y Alicia son un nuevo referente que desafía los límites del tiempo y el espacio, Invitan a soñar con islas rodeadas de un halo de misterio y leyenda, separadas por un diluvio, más allá, muy lejos de los continentes.
Lily Litvak
Crítica de arte y literatura
Profesora Emérita de Literatura Española,
Portuguesa y Latinoamericana