
Cultura, Viernes 4 de Febrero de 2000 /Pg.27
Julieta Martín Fuentes
La casa de los poetas
«Lo más importante de escribir un poema es que con él se puede llegar a conectar con el grito silencioso que llevan dentro miles de personas y expresarlo tan fuerte que los ayude a sentirse libres». Con estas palabras resumió el grancanario Tomás Quevedo Morilla el poder de la poesía a la que él y su madre, Alicia Morilla Cantero, han dedicado su vida. Ambos obtuvieron el pasado 13 de enero el primer y tercer premio respectivamente de la XIII Edición del Premio Europeo de Poesía del centro cultural Aldo Moro en Lecce, Italia.
Desde hace más de cinco años la trayectoria poética de Alicia Morilla está jalonada de premios y nominaciones de distintas Academias Italianas. Hasta allí llegó un poema suyo gracias a las ondas, a través del mundo de la radioafición. En 1996 la Academia Internacional Trinacria, en Messina, le concedió su Premio Internacional de Poesía tras escuchar un poema suyo que había sido grabado vía satélite y emitido desde la sede de radioaficionados de Las Palmas de Gran Canaria, gracias a Alfonso Hernández y a la emisora cultural en la que ambos trabajan.
Un año después recibió también el nombramiento de Académica de Mérito por la Academia de Trinacria y por la Academia de Ferdinandea, en Sicilia, por su trabajo Libertad. En 1998 también obtuvo el Premio Vulcano, de la Academia con el mismo nombre, y el premio de Poesía de la Academia de Trinacria. A pesar de éstos premios, ni Alicia Morilla ni su hijo Tomás Quevedo, saben aún hablar italiano, por lo que gran parte de su éxito lo comparten con la amiga y traductora a este idioma, Mirella de Blasio, ya que, según anotaron, «el que un poema conserve su esencia en otro idioma depende en gran parte de la sensibilidad del traductor».
«Para mí», señaló Alicia Morilla, «escribir es transmitir los sentimientos que me sugiere una persona, un animal o incluso una cosa que veo y que a veces», agregó, «incluso hacen que se me salten las lágrimas». Desde niña, el mundo de Alicia Morilla ha estado unido a la poesía» aunque yo ni siquiera lo sabía, para mí lo que plasmaba en el papel eran sólo pensamientos». Su hijo bebió de las fuentes de su madre y también desde pequeño dejó entrever su afición a las artes. «Desde muy niño», recuerdo, «me hacía preguntas que no eran normales a esa edad sobre el sentido de la vida y de la muerte y se le daba muy bien escribir y pintar».
Pronto formaron un equipo y, producto de las largas charlas nocturnas, cada uno escribía «aquello que queríamos comunicar a los demás y que no sabíamos cómo hacerlo», explicó Tomás Quevedo. Alicia Morilla fue la primera en mostrar sus poemas pero, al no obtener respuesta de ninguna editorial del Archipiélago o subvención institucional decidieron crear su propia editorial.
Con la ayuda de su hijo, el título que éste poseía de artesano de la Fedac y la impresora del ordenador, Alicia Morilla ha publicado ya ocho libros de poemas. «El proceso de fabricación de cada libro es muy caro y tardamos casi un año en sacar apenas tres ejemplares, pero merece la pena», apostilló Tomás Quevedo. Él también ha editado varios libros, aunque hasta el momento sólo novelas y libros de filosofía.
Cuando Alicia Morilla decidió, impulsada por el Cónsul de Italia en Las Palmas, Carlos de Blasio, participar en el concurso de poesía del Centro Cultural Europeo Aldo Moro, su hijo se animó a desempolvar los versos que guardaba para él y presentó también un poema. «Para mí» señaló Alicia Morilla, la mayor alegría es que mi hijo obtuviera el primer premio, porque» agregó, «yo sabía que lo que hacía era muy bueno y ahora lo saben todos».
Dos miradas y dos formas de sentir los versos
J. M. F.
La poesía de ambos artistas es diferente. Alicia Morilla, a pesar de sufrir por las cosas que ve y no le gustan ofrece una visión positiva de cómo podría ser el mundo si prevaleciera el amor. Sus versos son un canto a la vida. Tomás Quevedo, sin embargo, expresa los sentimientos que producen las injusticias «sin la paciencia que tiene mi madre para encontrar el lado bueno de las cosas», anotó.
Sin embargo, para ambos artistas la poesía es un arma para llegar a las multitudes, «a la masa que parece que no piensa», explicó Tomás Quevedo. Pero es precisamente en la forma de enviar el mensaje en lo que se diferencias los versos de la madre y del hijo. «Yo busco siempre», señaló Alicia Morilla, «lo mejor de las personas pese a las apariencias, porque pienso que todos tenemos algo especial dentro».
Tomás Quevedo es menos positivo que su madre y cree que lo que hay que hacer es «denunciar las injusticias y utilizar la cultura como vehículo». «Muchas veces», agregó, «parece que no se fomenta la cultura para que la gente no piense, y se debería hacer algo porque lo que queda de un pueblo cuando pasa el tiempo es la cultura».