El Legado del pintor Nicolás Massieu y Matos

Nicolás Massieu y Matos, antecedente artístico familiar de Alicia Morilla Massieu y Tomás Morilla Massieu

Autorretrato de Nicolás Massieu y Matos
Colección Privada Grupo Artemorilla

Artistas Canarios Contemporáneos
Nicolás Massieu y Matos. Un maestro canario

Exposición 30 Noviembre 2007 
Sala Blas Rosales
Fundación Mapfre Guanarteme

 

Conocido también por Colacho Massieu, nació en La Angostura, Santa Brígida en la isla de Gran Canaria, el 12 de marzo de 1876.

Sus primeros estudios los realiza en el colegio de San Agustín y su primer contacto con el arte fue a través de su tío Nicolás Massieu y Falcón, otro destacado pintor canario.

Debido a presiones familiares viaja a Inglaterra para buscarse un futuro profesional como importador de frutas.

Permanece en este país desde 1894 a 1901, pero no olvida por ello su afición artística sino que durante su estancia en Londres es un asiduo visitante de museos.

En 1902 viaja a Italia lo que le permite conocer de primera mano el Renacimiento Italiano. Es entonces cuando decide ser pintor y empieza su formación.

Se traslada a París en 1904, ciudad en la que permanece hasta 1909. Durante estos años está en contacto con el impresionismo. Monet, Manet y Degas, son sus favoritos. En Francia adquirió la parte más importante de su formación como pintor, sus maestros fueron Jean Paul Laurenz y Carriere.

En 1909 regresó a Las Palmas. Ese mismo año participó en una exposición de autorretratos en Barcelona, donde recibe muy buenas críticas.

Se traslada a Buenos Aires, ciudad en la que residió hasta 1914, y en la que consigue vivir de los encargos que le hacen.

Retorna de nuevo a su isla natal en la que fija definitivamente su residencia. A partir de ese momento se dedica a pintar e impartir clases de dibujo en el Instituto de Segunda Enseñanza y a exponer con mucho éxito.

En 1933 realizó su primera antológica de paisajes.

En 1945 participó en una colectiva de pintores de la provincia de Las Palmas en Madrid, junto a César Manrique, Felo Monzón y Jorge Oramas.

Una año después presentó sus bodegones en el Gabinete Literario, luego lo hizo en el Círculo de Bellas Artes de Tenerife.

En 1952 tuvo lugar su última retrospectiva.

Muere en 1954.

 

…el ascendente impresionista y la captación del «plein air» de su ubicación atlántica irá calando plenamente hasta convertirlo en el pintor grancanario por excelencia.

Antonio Zaya

En 1952, cuando se celebró el 469 aniversario de la incorporación de Canarias a la Corona de Castilla, Pedro Cullen del Castillo en su libro sobre Nicolás Massieu recogía el sentir propio y el de la comisión organizadora de aquellos fastos, manifestando que la intención conmemorativa y el homenaje al insigne pintor debía interpretarse “como una voz alzada sobre las cumbres, como un eco solemne de todo el paisaje de la Gran Canaria”. Y seguidamente añadía:

“La isla entera es amiga del pintor; palmo a palmo él la conoce como pocos; escaló y anduvo caminos vírgenes para robarle al paisaje la entraña misma de la naturaleza dejándola vibrante en el lienzo –ya inmortal por el prodigio de su arte- que rubrica esa forma suya clara y segura como su persona, cordial, íntima y grande”.

Los que conocemos la Isla en profundidad, sabemos que los paisajes pintados por Massieu a golpe y trazo de espátula y colores interpretados por algunos como imposibles son tan reales como la propia naturaleza canaria; que unas veces nos deja ver imágenes impresionistas, difuminadas tras la sahariana calima, y en otras ocasiones vierte matices azules, rojos y violetas que resaltan el perfil de las montañas. Todos esos tonos extraños, playas ignotas, riscos inaccesibles y barrancos coloristas los podemos ver en cualquier tarde sosegada, cuando el sol refleja inmensidades únicas que sólo la mirada ávida es capaz de apreciar y comprender.

Así miraba el pintor un paisaje que escapa al raciocinio y huye de la explicación, porque es el resultado de la conjunción de los deseos con la más absoluta realidad.

El Alcalde
Jerónimo Saavedra

Los fondos artísticos del Cabildo de Gran Canaria, custodiados en el Centro Atlántico de Arte Moderno y en la red insular de Museos, se caracterizan por su diversidad, reflejo de la riqueza de nuestro patrimonio cultural. Constituyen también testimonio de la generosidad de los propietarios que han legado sus colecciones al Cabildo de Gran Canaria. Asimismo, son testigos del apoyo que la institución ha dado a los artistas plásticos. Una vocación que ahora renovamos desde una firme convicción: nuestro patrimonio se engrandece con las propuestas públicas contemporáneas.

De las 55 piezas de Nicolás Massieu Matos (1876-1954) que tiene la Casa de Colón en su colección, se exhiben en esta muestra siete óleos significativos de la trayectoria de uno de los pintores más significativos del tránsito del XIX al XX: un autorretrato temprano, varios retratos de lugares y el magnífico retrato de su madre. El largo periplo permitió a Massieu convertirse en conocedor profundo de ls novedades plásticas y las corrientes de la nueva pedagogía; aportes que transmitirá a la primera generación de la vanguardia canaria a través de su labor en la Escuela Luján Pérez de Las Palmas.

Nicolás Massieu ejemplifica así el beneficio que para nuestro crecimiento cultural tiene el viaje, el contacto con la diversidad de maneras de sentir y entender al arte y la vida, una experiencia que nos permite avanzar a todos.

El arte es un valor social y cultural necesario, que debe ser compartido. Por ello, para el Cabildo de Gran Canaria constituye un gran placer colaborar con las instituciones que contribuyen a la puesta en valor del patrimonio cultural. Tal es el caso de la Fundación Canaria MAPFRE Guanarteme, comprometida desde siempre con la reflexión y comprensión del mundo contemporáneo.

José Miguel Pérez García
Presidente del Cabildo de Gran Canaria

Nicolás Massieu y Matos (1876-1954). Nacido el 12 de marzo de ese año en su cada de La Angostura, el maestro don Colacho, como le llamaban en su entorno familiar, se convirtió en el pintor de Gran Canaria. Sus primeros estudios los realiza en el colegio de San Agustín y con su tío el pintor Nicolás Massieu Falcón. Tras una estancia en Inglaterra dedicado a la importación de frutas, traslada su residencia a Italia y entra en contacto con el arte clásico y con los maestros del Renacimiento. Luego se traslada a París (1904-1909) y se dedica enteramente a la pintura cn sus maestros Jean Paul Laurenz y Carriere y otros grandes pintores impresionistas Manet, Monet, Degas y Rendir. Durante su vida dibujó más de un centener largo de retratos, paisajes, bodegones y rincones de Santa Brígida, entre ellos destaca este “Bodegón con piñas de maíz” realizado en 1947 y que actualmente pertenece a la Colección de Arte del Gabinete Literario de Las Palmas de Gran Canaria.

Juan José Benítez de Lugo y Massieu
Presidente del Gabinete Literario de Las Palmas de Gran Canaria

La luminosidad rica en cualquier época del año, en las Islas Canarias, la captó Nicolás Massieu proyectándola con gran alarde de color en los paisajes de Gran Canaria, enmarcados casi siempre en una visión instantánea, diáfana y transparente, como la misma atmósfera canaria. El hermanamiento y complementariedad de Arte y Naturaleza en cualquier latitud es aquí completa.

La Fundación Canaria Mapfre Guanarteme con esta exposición de Nicolás Massieu y Matos, vuelve como cada año por estas fechas, y mediante su programa Artistas Canarios Contemporáneos, a difundir otras que hacen historia.

Existe un doble objetivo, dar la oportunidad al público de acercarse y gozar de la obra de los artistas canarios, parte de la cual nunca ha estado expuesta y, de forma muy singular para los alumnos del as islas contemplen a maestros muy destacados. La Fundación Canaria Mapfre Guanarteme observa a la sociedad canaria y da respuesta a su demanda y al interés de nuestro pueblo por el arte, como lo demuestra con su asistencia activa, año tras año en este programa. En esta ocasión en la que se ha decidido abordar el paisaje, la luz, el latido mismo de la vida y la naturaleza de nuestra tierra, a través de la obra de Nicolás Massieu, donde el sentimiento se une al arte esperamos que su respuesta sea aún mayor y más rica en matices porque la obra de Nicolás lo merece.

La colaboración de otras Instituciones y coleccionistas particulares que, desinteresadamente, ceden las obras de su propiedad para ser expuestas hacen de esta exposición una singular y única muestra del pintor por lo que damos las gracias a todos.

Julio Caubín Hernández
Presidente del Patronato
Fundación Canaria Mapfre Guanarteme

 Se dice de Nicolás Massieu que es el pintor de gran Canaria, lo cual es evidente en gran parte de su obra.

Recorrió la isla inmortalizando sus mejores paisajes: urbanos (Pambaso y Risto de San Nicolás); rurales (El Roque Nublo, Almendros de Tejeda, Paisaje con montaña); el mar (El Rincón). Todos ellos con un denominador común, la atmósfera romántica de la zona del centro y norte de esta isla.

Retrató a sus habitantes. Sus retratos son de destacados personajes de la sociedad grancanaria del a époa: políticos, escritores o artistas (Agustín Millares, el Pianista Romero Spínola). Pero también toma como modelo a personajes populares (Malacara), a su familia (Mi madre) y en varias ocasiones así mismo.

Sus bodegones son una sencilla muestra de los utensilios de cualquier cocina canaria. Frutas, flores y bronces son los elementos dominantes (Bodegón con piñas de maís, Bodegón con olla de bronce y naranjas).

Aunque también fue un pintor universal, es a su condición de pintor de Gran Canaria, a la que se dedica esta muestra.

El título de la exposición, Nicolás Massieu. Un mestro canario, (lo de canario ha quedado suficientemente explicado), responde a la doble acepción de la palabra. Fue un maestro que dominó la técnica de la pintura, pero además fue maestro de maestros. Como profesor enseñó a algunos pintores canarios de la primera mitad del siglo XX e influyó en otros; Santiago Santana y Jesús Arencibia, entre ellos. Sin olvidar que fue el que introdujo en la pintura a su sobrina Lola Massieu.

Su obra aspira a ser un espejo de la realidad, nunca aburrida, pero de la que no se aparta, y que su mirada de artista transforma y convierte en propia. Su ojo sensible penetra en la esencia de las cosas, pero siempre con una observación emotiva de la naturaleza. Prescinde del detalle para plasmar la visión más directa observada en cada momento. Sus obras de paisajes, mil veces representados por muchos pintores canarios, como el Roque Nublo o el Risco de San Nicolás, no son simples escenarios sino que adquieren su propia personalidad mediante la luz y el color que, independientemente del tema, son los recursos más importantes de este pintor. Dominan los azules, los violetas, los marrones, los amarillos y los anaranjados. Le gusta investigar sobre un mismo tema, innovando, interpretando, recreando paisajes de mañanas, de tardes de verano, de invierno. Los riscos y casas de Tejeda, simplemente esbozados y sombríos, de Paisaje con montaña, se convierten años después, en Casas de Tejeda, en un paisaje definido. Donde antes había oscuridad ahora hay una explosión de luz. El blanco es el protagonista de la composición. El color está subordinado a la luz, el efecto luminoso sobre el almendro es el tema del cuadro. Es la luz de los pintores impresionistas: de Manet (En la playa), de Monet (Damas en el jardín), o de Degas. es el contraste de color y los árboles en flor de la pintura japonesa de Kokei Koboyashi.

Al igual que para los impresionistas franceses, lo importante para él es pintar al aire libre, el cielo, el mar, la luz, con la que Nicolás Massieu cuenta a raudales en su isla. La importancia es tal, que todo cambia según la iluminación. Sus paisajes responden a una opción personal. Hay una gran quietud en todos ellos. Sobrevive, como en otros paisajistas españoles, un grado de emotividad romántica pero al contrario que los artistas románticos, Nicolás Massieu tiene una ejecución fresca y ágil. El mar, como es natural, es un tema primordial en su obra. Es el mar del norte de Gran Canaria, que no se puede concebir sin rocas. Es más un mar de acantilados que de playas. Son rincones, algunos desaparecidos, que su obra inmortalizó.

En sus retratos donde el autor es más fiel a la realidad. Fue su primera elección como pintor y quizás por ello se observa mejor su dominio de la técnica. Aquí vuelve a jugar con el color y la luz como recurso principal para lograr el resultado deseado. En el retrato de su madre la fuerza pictórica está concentrada en el rostro de la retratada. La luz enfocada en éste y, en menor medida, en las manos desaparece en el cuerpo, que enfundado en un vestido negro, se fusiona con la silla. La luz y la ausencia de color que vemos en el retrato de su madre, se expande paulatinamente en los retratos de Romero Spínola y de Agustín Millares y a medida que ésta aumenta se va perdiendo la intimidad con el personaje. Sus retratos son espejos en los que se refleja el alma del retratado. Los ojos de Malacara describen perfectamente el carácter vivaracho y socarrón del personaje, al igual que los ojos de su madre transmiten una infinidad de sentimientos: ternura, resignación, sufrimiento…

El empleo de la pintura con trazos vigorosos a golpes de espátula, los empastes jugosos de los paisajes contrasta con su interpretación recia en los bodegones. En la obra Bodegón con olla de bronce y naranjas se aleja de la pintura tradicional, prescinde del claroscuro, empleando el color para representar lo más importante de la naturaleza.

Su estilo va cambiando y madurando a través del tiempo, se va adaptando a sus necesidades. Investiga, estudia y elige aquello que mejor se adecua en cada momento. Su técnica es cambiante pero también lo es su estilo, en su vida como pintor jamás dejó de aprender ni de enseñar. Para él, como para todos, “la educación es infinita, incesante y el arte es un aprendizaje perpetuo” como señaló Pedro Cullen.

La selección de obras para esta exposición responde a su principal objetivo, que los escolares de las islas conozcan de cerca de los pintores canarios. Y que al mismo tiempo aprendan a diferenciar entre las distintas técnicas, estilos, géneros, etc.

Las obras propiedad del Cabildo de Gran Canaria están expuestas de forma permanente en la Casa de Colón, en la sala que lleva el nombre del pintor.

El retrato de Don Agustín Millares Carló propiedad del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria fue encargado al pintor por la Comisión Permanente, en julio del año 1926, con motivo del homenaje al Dr. Don Agustín Millares Carló, para ser colocado en el Salón Dorado de las Casas Consistoriales. Una vez concluido el trabajo el pintor donó la obra al municipio.

Bodegón con piñas de maíz lo ha cedido el Gabinete Literario. Este bodegón fue expuesto por primera vez en el año 1946 cuando el pintor presentó sus bodegones en dicha institución. La obra ha sido restaurada por la Fundación Canaria Mapfre Guanarteme para esta exposición.

El resto de las obras son propiedad de coleccionistas particulares y es la primera vez que exponen.

Milagrosa Caubín Martín

Nicolás Massieu y Matos Galardonado con la Insignia
de Alfonso X El Sabio

 

Insignia Alfonso X el Sabio concedida a Nicolás Massieu y Matos
Salón de Actos del Cabildo Insular de Las Palmas de Gran Canaria / 6 de septiembre de 1948

…“Como autor de marinas es una verdadera pena que este pintor no haya producido con más extensión obras de esta naturaleza. Las reducidas muestras que de ellas tenemos acusan una interpretación perfecta y una manera original, fuerte y sobria que le hacen triunfar plenamente en este difícil género, tan poco grato, en general, a los artistas españoles y que entre nosotros se ha cultivado con maravillosa maestría del gran Néstor, cuya pérdida no lloraremos nunca lo suficiente. Precisamente, fue una marina la obra seleccionada de las que Nicolás Massieu envió a la Exposición de artistas de esta Provincia celebrada en Madrid, que dio ocasión a que le fuera concedida la Cruz de Alfonso el Sabio, que en este día se le impone”…

…“Como autor de marinas es una verdadera pena que este pintor no haya producido con más extensión obras de esta naturaleza. Las reducidas muestras que de ellas tenemos acusan una interpretación perfecta y una manera original, fuerte y sobria que le hacen triunfar plenamente en este difícil género, tan poco grato, en general, a los artistas españoles y que entre nosotros se ha cultivado con maravillosa maestría del gran Néstor, cuya pérdida no lloraremos nunca lo suficiente. Precisamente, fue una marina la obra seleccionada de las que Nicolás Massieu envió a la Exposición de artistas de esta Provincia celebrada en Madrid, que dio ocasión a que le fuera concedida la Cruz de Alfonso el Sabio, que en este día se le impone”…

…“Inmediatamente el Excmo. señor Capitán general de Canarias, laureado general don Francisco García Escámez, deja la presidencia y se coloca en el estrado del salón. Le sigue el pintor. El general García Escámez comienza diciendo que nada tiene que añadir a las elocuentes palabras pronunciadas por los oradores que le han precedido. Agregó que se sintió muy honrado cuando por las autoridades que organizaron y patrocinan el acto le fue ofrecida la presidencia del mismo y porque, además, siente un gran afecto por el ilustre pintor canario don Nicolás Massieu. Añade que para él es un motivo de gran satisfacción prender en el pecho de tan preclaro hijo de Gran Canaria una justa recompensa otorgada por el Gobierno en nombre del cual –dice– «voy a imponer al pintor canario don Nicolás Massieu la insignia de la orden de Alfonso X, el Sabio»”…

En Las Palmas de Gran Canaria, Domingo, 8 de septiembre de 1948
Periódico Falange, Página cinco.

Transcrito por Grupo Artemorilla
www.artemorilla.es 

 

HOMENAJE AL PINTOR NICOLÁS MASSIEU
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Le fueron impuestas las Insignias de Alfonso X El Sabio
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Presidió el acto el Capitán General de Canarias con las autoridades provinciales

Domingo, 8 de septiembre de 1948
Periódico Falange / Página cinco

Celebróse el viernes por la tarde, en el salón de actos del Cabildo Insular, el anunciado homenaje al pintor canario Nicolás Massieu Matos. Habíase adornado el local con sencillo, pero exquisito buen gusto. Ocupó la presidencia el Excmo. Sr. Capitán general de Canarias, Laureado general D. Francisco García Escámez e Iniesta con el Excmo. Sr. Gobernador civil de la provincia Sr. Olazábal, el presidente del Cabildo Insular de Gran Canaria, Sr. Vega Guerra, y el alcalde de la Ciudad, señor Hernández González. También figuraban en la presidencia los Excmos. Sres.: Comandante general de la Base Naval de Canarias, almirante Pastor Tomasety y Gobernador militar de la plaza, general Jiménez; en representación de la Excma. Audiencia, Sr. Fernández de Castro, vicepresidente del Cabildo Insular señor Suárez Franchy; presidente del Museo Canario Sr. Díaz Hernández; delegado de Bellas Artes Sr. Cúllen del Castillo (don Pedro) y el homenajeado.

Abrió el acto el presidente del Cabildo Insular don Matías Vega Guerra, que ofreció el homenaje de la isla cuyas bellezas naturales también había sabido recoger con sus maravillosos pinceles y llevarlos al lienzo el pintor Nicolás Massieu, y terminó leyendo varias adhesiones recibidas, entre las que figuran: del Director general de Bellas Artes, Marqués de Lozoya; de los Ayuntamientos de Guía y de Agaete; del Museo Canario y de los presidentes del Cabildo Insular y Círculo de Bellas Artes de Tenerife.

Seguidamente hace uso de la palabra el Alcalde de la Ciudad y procurador en Cortes, don Francisco Hernández González, que también ofreció el homenaje «público y jubiloso al ejemplo y al magisterio, siempre fértiles y renovados, de don Nicolás Massieu y Matos. Un homenaje que, quizá por feliz trasgresión, real y viva, de los usos, no es un epilogo ni siquiera una coda brillante en la labor larga y fecunda de este excepcional artista nuestro, dueño aún de todos los atributos de la plenitud creadora».

Después de aludir a «cuánto hay en don Nicolás de encarnadas esperanzas, de promesas fructificadas», y de cómo «ha sabido ganar el respeto y el cariño de las generaciones», se refiere a la canariedad auténtica e insoslayable de don Nicolás, que ha podido revestir a su vida y a su obra de esa depuración y esa elegancia que las hacen inigualables.

Cuando sus cuadros –dice– recogen casi con femenina mimosidad un verde trozo de paisaje, o las piedras viriles de la montaña, o un rincón florecido de recogida paz, trascienden sobre todas las cosas un ardido amor al contorno insular enraizado en la propia vida. Pero igualmente aún en aquellas otras obras en que se desembaraza de toda teatralidad superflua y sensual y queda la pintura en los puros huesos, en una soledad austera, valiente y sin titubeos, hecha solo de aire y de claridad perennes en derrededor de aislados objetos, elementales, se me antoja que don Nicolás ha interpretado como nunca la línea medular de nuestra alma. Porque la rumorosa ola del mar, no es para Canarias un cerrado anillo de aislamiento, sino que, ancha y abierta como la esperanza, eleva el espíritu hacia las estrellas. Pienso, pues, que esos cuadros últimos de don Nicolás vienen a decirnos, como Shakespeare cantara, que esta carne que nos amuralla la vida no es bronce inexpugnable. Don Nicolás sabe bien que sólo se encuentra la belleza cuando se contemplan las cosas envueltas en un fresco y eterno dardo de luz. Don Nicolás Massieu es la vocación cumplida con hermosa fecundidad, añade. La alta recompensa que le ha sido dispensada nos brinda hoy la ocasión feliz de decir a don Nicolás Massieu y Matos que ha honrado con su obra insigne a la Ciudad que le vio nacer. Y que la Muy Noble y Muy Leal Ciudad del Real de Las Palmas de Gran Canaria se honra también contándole entre sus hijos más dilectos.


Discurso del Delegado Provincial de Bellas Artes

A continuación habla el delegado provincial de Bellas Artes y archivero municipal de Las Palmas, don Pedro Cúllen del Castillo, que pronunció una interesante conferencia sobre «Nicolás Massieu, pintor de Gran Canaria». Dijo así:

«Excmos. Señores; Señoras y Señores: Jamás ha podido imponérseme una más grata obligación que la que cumplo en estos instantes. Confieso que constituye para mí un penoso esfuerzo presentarme ante vosotros, tan ávidos siempre de oír palabras autorizadas y tan propicios a experimentar desengaños. Pero, mi puesto oficial y la representación personal que para este acto se ha servido conferirme el Excmo. señor Marqués de Lozoya, deseoso de sumarse al homenaje que celebramos, me fuerzan a venir aquí con temor y con entusiasmo. 

Hace ya muchos años que admiro a la persona y al arte de don Nicolás Massieu. Con ocasión de aquella memorable serie de días en que sus cuadros estuvieron expuestos a la pública contemplación en el Hotel «Santa Catalina», verdadero suceso artístico de la época, escribí mi primera crónica. Y, desde entonces, el tiempo no ha servido para otra cosa que para acrecentar mi fervor por el arte y la persona de nuestro homenajeado. Por eso no es de extrañar que en cuanto se me presentara la ocasión la aprovechase para sugerir la oportunidad de rendir este tributo, que, al fin, vemos realizado por el interés de las Corporaciones públicas, plenamente conscientes de interpretar así el sentir de la colectividad.

Nada más justo que este homenaje. Estoy seguro que pocas veces se ha realizado acto alguno que responda más adecuadamente a un estado de general opinión; porque Nicolás Massieu ha logrado la rara doble virtud del aprecio personal y de la admiración artística. Es, en primer lugar, un modelo de caballerosidad: bueno, amable, comprensivo, generoso y correcto con todos y más aún con sus compañeros, con una manera de ser quizá anacrónica en esta época desgraciadamente bastardeada por las pasiones y por la ambición desmedida. Pero es, por encima de todo, el pintor de nuestra tierra que ha sabido, en un alarde de facultades, llevar su arte a una progresiva perfección y lograr así mantener constante el fervor de los entusiastas.

Comenzó a pintar Nicolás Massieu desde muy joven, arrastrado por su irrefrenable vocación. Inútiles fueron los consejos y advertencias familiares, esas advertencias que forzosamente han de verter a toda hora los que quieren preservar a los seres queridos de las angustias y privaciones que supone siempre la carrera artística. Inútiles fueron sus propios intentos de armonizar su arte con una ocupación práctica que asegurase el incierto porvenir. Una y otra vez la llamada imperiosa e ineludible de su vocación había de llevarle al cultivo de la pintura, para el que había nacido y al que se consagraría la totalidad de su existencia. Y, por extrañas circunstancias, esta vida artística que empezó a desenvolverse entre nosotros volvió a nosotros para honra y gloria nuestra, tras vicisitudes variadas que pudieran llevarle por otros derroteros o a cultivar su arte en tierras extrañas.

Lo que sus ausencias significaron para su formación nadie lo sabe exactamente, ni, incluso, el propio pintor. Porque ocurre que nuestras cotidianas experiencias van dejando un sedimento inapreciado que, a la larga, lleva a constituir el fondo de nuestra compleja personalidad. Así, podemos presumir que si no hubiese estado en Inglaterra, Roma, París o Buenos Aires no sería él este artista que tanto nos emociona con el magnífico desarrollo de su arte exquisito.

Mucho debe a Francia Nicolás Massieu en su aprendizaje, pero debe también muchísimo a los otros lugares por él visitados y a las personas de distinta nacionalidad con las que convivió, en lao que a la forja de su personalidad se refiere. Es más, casi estoy por afirmar que la contemplación del panorama argentino, con sus infinitas llanuras y sus inmensas sierras sirviéndoles de límite le hicieron, por contraste, ir precisando el perfil de la isla y sus accidentes día a día, amorosamente, con deleite nostálgico, con evocación sentimental plena de ternura y emoción.

Las enseñanzas parisinas, que recibió en la academia de Julien y bajo la dirección de Laurenz, fueron decisivas; pero, ¿es que su estancia en Italia careció de significado? Ningún artista puede eludir la influencia del medio que le rodea. Así, Nicolás Massieu que marchó a Roma desde Inglaterra con la íntima convicción de que allí había de lograr la soñada perfección, tuvo que dejarse ganar por el embrujo de la capital del mundo católico y por las lecciones que trascienden de las obras de arte que en sus museos se custodian.

Aprendió poco el artista en Roma; no logró vencer las dificultades que a cada paso le asaltaban, ni orientar su arte por un camino preciso libre de vacilaciones, ni crearse un estilo definido. Después de dos años se hallaba aún sumido en la misma perplejidad cuya angustia le atosigara. Más, su gusto fue depurándose, su cultura se aquilató, su vocación se afirmó. Y, aunque al marcharse, en aquella su impetuosa fuga, creyó que había malogrado unos años irrecuperables y se dio cuenta, con terrible desilusión de que aún se hallaba en los comienzos, el bagaje adquirido le sirvió más tarde para eludir gran parte del academicismo a que fue sometido inexorablemente por su férreo profesor francés, intolerante hasta el fanatismo en materia de técnica.

En cambio, en Francia adquirió nuestro pintor grandes conocimientos. Estudió y admiró a los maestros del arte francés: al mágico Ingres, al que Laurenz y sus discípulos adoraban como a un ídolo por la maravilla de su dibujo, y la perfección formal, y la armonía de la composición, y el equilibrio del todo, juntos con el realismo y hasta el romanticismo de sus concepciones, aunque el color para él, lo mismo que para tantos otros, fuera secundario. ¿Cómo no entusiasmarse con Ingres cuando para Carriere, el pintor que más influyó sobre el nuestro, es aquel el maestro supremo?

Los paisajistas, por contraposición, no le cautivaron en demasía. Corot, con su convencionalismo, no despertó apenas emoción y de Coubert, que como reacción contra Delacroix lleva a sus cuadros temas que el romanticismo había eliminado, toma su incipiente realismo sacado de los eternos modelos de Tiziano, de Murillo y hasta de Rivera y aprende a utilizar la espátula para empastar el lienzo y crear así una pintura densa, plena de corporeidad.

Estudia, asimismo, al ordenado Puvis de Chavannes, el gran decorador del equilibrio de las masas, de la diafanidad de sus creaciones tan perfectamente engarzadas como un discurso lógico. Y a Manet, Monet, Renoir y Degás, que con la técnica del impresionismo le mostraron el arte de juntar los colores sin mezclarlos, que lleva a su exageración a utilizarnos tales como salen del tubo, sin fusión alguna ni siquiera con el blanco.

Es Carriere, sin embargo, su auténtico maestro. Laurenz había sido su profesor, pero él se consideró verdadero discípulo de aquél, un pintor de fuego contenido, que palpita a impulsos de un alma sofrenada y obediente a los mandatos de la voluntad consciente que sabe a donde va y por qué camino marcha. Con Carriere aprendió, de momento, Nicolás Massieu a moderar los impulsos de su fuerte temperamento, a limitar sus violencias congénitas para darnos una manifestación de fuerza y de reposo. Aprendió a vivir, como aquél, una vida apartada, libre de las inquietudes y rivalidades que acibaran con demasiada frecuencia el espíritu de los artistas. En su casa o en el campo aislado de todo contacto pernicioso, el artista se entrega a su creación serenamente. Y para eludir toda crudeza envuelve a las figuras en una luz velada, como si fuera bruma de atardecer…

A Francia debió mucho Nicolás Massieu. Allí aprendió a domeñar sus inclinaciones, a disciplinar su voluntad, a mantener viva, libre de toda decadente claudicación, el ansia que le arrastrara desde la más temprana edad a realizar obra de arte, a trabajar de manera infatigable, austera y hondamente. Conocida es de los amigos una anécdota que considero ejemplar: cuando recién llegado de Roma, con pretensiones de pintor ya iniciado, se presentó en la academia, el maestro Laurenz pronunció unas frases despectivas y le recomendó que abandonase los pinceles o se sometiese en absoluto a sus enseñanzas, empezando otra vez por los dibujos más elementales. Tenía entonces veinte y siete años y podemos imaginarnos perfectamente lo que tal alternativa suponía. Pero de la prueba salió triunfante gracias a su enorme tesón y a su fuerte voluntad: empezó de nuevo por el principio; trabajó de modo infatigable durante quince y más horas diarias; rompió dibujos y más dibujos. Al cabo de un año de esta ímproba labor tuvo la inefable satisfacción de comprobar sus adelantos y de lograr el aplauso de su maestro, tan parco siempre en expresiones laudatorias.

En Francia adquirió nuestro artista algo de que carecen muchos pintores actuales: la técnica, el oficio. Esa técnica que se halla dentro de la artesanía y sin la cual ningún maestro e antaño merecía tal calificativo. No es, ciertamente, un intuitivo de los muchos que entre nosotros se ha producido, que han realizado sus obras sin más guía que su inspiración, sin más norte que un innato buen gusto y sentido pictórico, pero a los que, a última hora les falta la preparación necesaria para salvar el límite entre la incierta promesa y la maestría. Tiene, por el contrario, una noción clara de los obligaciones que su arte le impone; no vacila en romper con una modalidad cuando la misma deja de responder al imperativo de su severa autocrítica; y así se puede decir que es un constante alumno, ávido de aprendizaje y presto a todas las rectificaciones; él que ya podría dar descanso a sus inquietudes por haber alcanzado una espléndida madurez.

Pero es curioso observar como este pintor, a despecho de tantas exóticas influencias, o, quizá, precisamente por ellas, retorna a la larga a la gloriosa tradición española. Y digo esto porque en el fondo de su ser late la mayor veneración por los maestros nacionales que se hallan siempre presenten en algún aspecto de su producción. Claro es que ello no puede extrañar porque sabemos que una gran parte de los artistas franceses del siglo XIX, precisamente los más admirados por el nuestro, no pudieron escapar a las lecciones eternas que dimanan de los cuadros que el arte patrio ha producido con generosa prodigalidad.

Nicolás Massieu, obediente a esa su convicción artística antes señalada, ha cultivado casi todos los géneros; pero hoy, por la premura del tiempo, haré un breve análisis de solo cuatro de ellos: el retrato, las marinas, el bodegón y los paisajes.

Como retratista obtuvo sus primeros éxitos. Recién llegado de París envió su autorretrato a una exposición, en Barcelona, y de él dijo la crítica catalana. «Entre los buenos –unos doce– se encuentra Massieu y Matos». En 1923 concurrió a otro certamen nacional con el retrato de Tomás Morales y más tarde hemos podido admirar a oros muchos entre los que en este momento recordamos de modo especial a los que representan a su madre, a D. Juan Melián Cabrera y al pianista Romero Spínola. En todos ellos ha perseguido el parecido físico, logrado con singular acierto; pero, ¡cuánta elegancia y distinción, cuanta psicología, cuanta nobleza libre de recursos y cuanta técnica acusa igualmente!

Como autor de marinas es una verdadera pena que este pintor no haya producido con más extensión obras de esta naturaleza. Las reducidas muestras que de ellas tenemos acusan una interpretación perfecta y una manera original, fuerte y sobria que le hacen triunfar plenamente en este difícil género, tan poco grato, en general, a los artistas españoles y que entre nosotros se ha cultivado con maravillosa maestría del gran Néstor, cuya pérdida no lloraremos nunca lo suficiente. Precisamente, fue una marina la obra seleccionada de las que Nicolás Massieu envió a la Exposición de artistas de esta Provincia celebrada en Madrid, que dio ocasión a que le fuera concedida la Cruz de Alfonso el Sabio, que en este día se le impone.

En cuanto al bodegón, ¡que extraño contraste y curiosa sorpresa nos ofrece esta modalidad de nuestro artista! Porque cuando no se ha profundizado en su psicología y temperamento, parece imposible esta amorosa delectación con la que trata a seres humildes, como son las flores y los frutos. Y, sin embargo, las naturalezas muertas, a despecho de cuanto pueda creerse, constituyen una especie de piedra de toque de las almas exquisitas y de los gustos refinados. El pintor se acerca a ellas con sencilla unción, percatado de su intrascendencia y fragilidad, para tratarlas con ternura y cariño, recreándose con goce sensual que alcanza a casi todos los sentidos y con limpieza espiritual libre de toda perturbadora preocupación. Pero, al mismo tiempo, jamás obra alguna exige del artista mayor verismo, una más grande riqueza de paleta, supeditada casi en absoluto a los pródigos cromatismos del natural, que hay que trasladar al lienzo con plena exactitud y realismo. Por eso ha sido objeto de tanta predilección en la pintura española.

En la memoria de todos se hallan presentes muchos de los cuadros de esta índole exhibidos en la última exposición celebrada a principios de años en el «Gabinete Literario», cuyo éxito resonante sirvió para plasmar en un proyecto este homenaje hace tiempo debido, y no considero necesario insistir en la descripción de ninguno de ellos.

Y, por último, llegamos al paisaje, que ex-profeso he dejado para el final. En ellos el artista ha trabajado con mayor detención y en ellos ha alcanzado esa rara maestría que a todos admira por manifestar un sello peculiar que les dota de inconfundibles caracteres.

Nuestro pintor empezó a tratar los paisajes, solo como un medio para lograr el dominio de la luz y el color, para liberarse de aquella oscuridad de sus primeras producciones que antes anoté. Como él dice bien, un latigazo es siempre aleccionador y una lección constituyó aquella apreciación de la crítica que la saludable franqueza de un amigo le hizo conocer. Había que vencer una dificultad, había que rectificar una tendencia, y empezó entonces una nueva lucha perseguidora de un nuevo ideal. De cómo triunfó son buena prueba todos esos lienzos en los que la luz y el color casi nos ciegan.

Y es curiosa la evolución que en este género ha experimentado el autor. Primero eligió trozos de naturaleza casi preciosista, con árboles floridos, y prados húmedos, y montañas cultivadas; paisajes que recordaban algo aquellos un tanto amanerados de la escuela francesa. Más, luego, su temperamento fuerte y bravío ha ido prescindiendo de todo lo que pudiera parecer bonito para darnos una manifestación arquitectónica recia y sobria. Y todo ello siempre rodeado del más encantador ambiente, producto de su amplia paleta, que es arrancado de una inverosímil realidad, verdadera tortura para los no iniciados.

La luz de nuestro cielo, proyectada sobre las duras y extrañas aristas de las cumbres de la isla, da lugar a los más variados colores y dentro de ellos, a infinitos matices. El artista modela utilizando el claro oscuro para producir el relieve; y, al mismo tiempo, esta luz tan ambigua y difusa, produce gradaciones múltiples en las que se mezclan colores fríos y calientes, y para aprisionarlos y trasladarlos al lienzo se hace indispensable dominar todos los secretos de la pintura y poseer una enorme experiencia óptica. 

Técnica y pupila son las cualidades esenciales que pueden hacer de un buen pintor un extraordinario paisajista, y que posee en grado excelso Nicolás Massieu. Pero, además, para ser paisajista representativo se precisa amor intenso a la tierra, ese cariño entrañable que como pocos siente nuestro artista y que le hacen caer casi en el naturalismo, porque estudia la naturaleza con delectación y no ve en sus manifestaciones un simple motivo estético, sino la necesidad imperiosa de darla a conocer con una veneración rayana en el panteísmo.

No es el suyo un amor fácil y espontáneo. Ha sido necesario un largo transcurso de tiempo en contacto íntimo con la tierra para llegar a esta compenetración y a desvelar sus secretos. Ha sido preciso que cada piedra fuera objeto de observación en diferentes ocasiones y en pocas horas variadas para que se produzca esa única obra de arte que constituye la serie enorme de cuadros realizados bajo el símbolo de esta temática insular. Por eso es Nicolás Massieu el «Pintor de Gran Canaria».

Y aquí termino, señoras y señores. El asunto se presta a largas y profundas sugerencias y a amplios y jugosos comentarios. Pero no es posible abusar por más tiempo de vuestra paciencia, arto sometida a prueba».

«Cabildo Insular» 6 de septiembre de 1946.
Al terminar el señor Cullén su documentada disertación fue muy aplaudido.

Imposición de la Insignia

Inmediatamente el Excmo. señor Capitán general de Canarias, laureado general don Francisco García Escámez, deja la presidencia y se coloca en el estrado del salón. Le sigue el pintor. El general García Escámez comienza diciendo que nada tiene que añadir a las elocuentes palabras pronunciadas por los oradores que le han precedido. Agregó que se sintió muy honrado cuando por las autoridades que organizaron y patrocinan el acto le fue ofrecida la presidencia del mismo y porque, además, siente un gran afecto por el ilustre pintor canario don Nicolás Massieu. Añade que para él es un motivo de gran satisfacción prender en el pecho de tan preclaro hijo de Gran Canaria una justa recompensa otorgada por el Gobierno en nombre del cual –dice– «voy a imponer al pintor canario don Nicolás Massieu la insignia de la orden de Alfonso X, el Sabio».

Una cerrada salva de aplausos acogió las palabras del Capitán general que, cariñosamente, abrazó al homenajeado. Inmediatamente prendió en su pecho la condecoración. Nuevamente, el general García Escámez, dio un abrazo cordialísimo al ilustre artista. Ambos mostraron una fuerte emoción.

El general García Escámez ocupa su puesto y el homenajeado pronuncia las siguientes frases:

Discurso de Don Nicolás Massieu

Excmos. Sres. Sras. y Señores: Sean estas mis primeras palabras de agradecimiento a las dignas personalidades que con su presencia dan realce a este acto que tanto me honra a la vez que han tenido para mi modesta persona palabras muy encomiásticas. Y a todos vosotros que me acompañáis en este momento, uno de los más emotivos de mi vida. Mi agradecimiento también a cuantos han intervenido en la organización de este homenaje. Por reacio que sea nuestro temperamento a estas consagraciones públicas, preciso es confesar que cuando han sido movidas exclusivamente por el afecto, no podemos menos de experimentar en lo más hondo de nuestro ser, el consuelo intenso que significa sentirnos comprendidos y asistidos, en este afán artístico.

Gracias también muy especiales a S.E. Excmo. Sr. Capitán General de Canarias, por habernos dignado honrarme colocando sobre mi pecho la preciada insignia de Alfonso el Sabio, con la que el Gobierno me distinguió a raíz de la exposición de artistas de esta Provincia, celebrada en Madrid el año de 1944.

Cuando el Ser. Director General de Bellas Artes, Marqués de Lozoya, pagó por nuestra isla, pudo darse cuenta de que entre nosotros latía un ansia grande de realizar obra de arte, y que las diferentes manifestaciones del mismo se hallaban dignamente representadas por artistas que trabajaban con honradez.

Y notó por añadidura un sello peculiar que nos dotaba de cierta personalidad nada despreciable, dentro del maravilloso conjunto del arte patrio. Nació entonces en su mente, el deseo y el propósito de organizar en Madrid una exposición de lo más característico, y a su aliento y generosidad, compartido por entidades y corporaciones locales con verdadero entusiasmo y desprendimiento, se debió la realización de aquel certamen, al que concurrimos con nuestras modestas producciones, presididas por los doce cuadros que componen esa maravilla de la pintura «El Poema del Mar» creación del genio de Néstor. Tuvimos la honra y el legítimo orgullo de que nuestras obras fuesen expuestas con toda dignidad en los salones del Museo de Arte Moderno, y recibimos elogios alentadores de los críticos de arte madrileños.

Nada de ello sin embargo, hubiese sido posible sin la alta protección del que se convirtió desde el primer momento que mantuvo contacto con nosotros, en nuestro buen amigo. Y, para remate de tanta atención y delicadeza, se nos concedió la Cruz de Alfonso el Sabio, como la más elevada recompensa a que podíamos aspirar.

Al hablar en plural, lo hago porque estimo que el honor concedido lo fue a la colectividad de artistas de esta Provincia y que, si recayó en mi persona, lo fue solo porque al certamen se aportó el fruto de una vida artística más dilatada.

Tal es mi firme y honrada creencia. Y, por ello, al ostentar este galardón me considero como mero depositario de lo que, por su condición, exige ostentación personal.

En nombre propio, pues, y en nombre de los artistas canarios y de los que conviven con nosotros y con nosotros comparten inquietudes y afanes, gracias otra vez.

Tanto honor nos obliga a mucho, y por ello debemos comprometernos a no cejar en el empeño de intentar una constante superación, hasta lograr que el nombre de nuestra provincia, sea cada vez más destacado, y engrandecer, si es posible, el de la Patria.

Grandes aplausos rubricaron las palabras del insigne pintor.

El salón del Cabildo Insular estaba totalmente lleno de un público selecto compuesto por concejales del Ayuntamiento, consejeros del Cabildo Insular, elementos docentes, artistas, amistades y familiares del señor Massieu y Matos. Después del acto, el pintor fue felicitadísimo. 

Por la noche, en torno al ilustre pintor, se reunieron en cena íntima las autoridades y personalidades.

Nuestro agradecimiento a la Universidad de las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) por asesorarnos en el uso y manejo de su Archivo de Prensa Digital de Canarias “JABLE”, departamento Biblioteca Universitaria. Imagen y texto del 08/09/1946 Falange: Diario de la tarde – Página 5. Transcripción del texto de la imagen digitalizada “Grupo Artemorilla – www.artemorilla.es”.

 

Nicolás Massieu y Matos La pintura en Las Palmas

Nicolás Massieu y Matos
La Pintura en Las Palmas

Periódico El Eco de Canarias pg.10 / Las Palmas de Gran Canaria, Viernes 11 de marzo de 1977

NICOLAS MASSIEU Y MATOS
LA PINTURA EN LAS PALMAS

El desarrollo de las Bellas Artes en la Ciudad del Guiniguada no se ha quedado reducido solamente a la escultura, que alcanzó su mayor brillo con el famoso don José Luján Pérez, sino que desde mediados del XIX se ha manifestado, de manera clara, en la pintura y muy particularmente con el pintor que encabeza estas líneas y su continuador Néstor Martín Fernández de la Torre, uno de nuestros grandes decoradores, del que ostentamos en Santa Cruz de Tenerife los grandes murales que decoran el “Gran Salón de Fiestas” del “Casino Principal”. Ya se ha arraigado en Las Palmas la pintura con nuevos nombres de reconocida categoría. Más allá no impide que recordemos al viejo maestro que encabeza estas líneas.

Nació el ilustres pintor don Nicolás Massieu y Matos en la ciudad de Las Palmas, el 12 de marzo de 1876. Se le bautizó el día 28 del mismo mes y año. Fueron sus padres don Antonio Massieu y Falcón y doña Carmen Matos y Moreno. Desde sus principios demostró su inclinación y tener grandes condiciones para el dibujo, que no escaparon a Colacho Massieu, el viejo, del partido que podría sacar de su sobrino. Así las primeras lecciones consta que las recibió de su tío el pintor don Nicolás Massieu y Falcón, el mejor profesor que por entonces había en Las Palmas.

Pronto advirtió este viejo pintor hasta dónde podrían llegar las condiciones de su sobrino Massieu y Matos, para honra suya y de la familia. Del dibujo pasó al óleo con las mismas condiciones y promesas. Sus familiares, visto lo que prometía y por consejo de Massieu y Falcón, don Nicolás marchó de joven a ampliar sus estudios en Francia. La “Ciudad Luz” meta de todos los pintores jóvenes de la segunda mitad del XIX en España y en Europa, y por consiguiente era la ilusión de nuestro joven artista isleño.

Terminado sus estudios allí, pasó a trabajar a América buscando lo mismo que le sucedió a Valentín Sanz y Cartas, un campo más amplio para el trabajo, que el estrecho del Archipiélago. Pero, al fin el terruño llama, y en 1914, al estallar la primera guerra mundial, retornó a su ciudad natal, tras una larga residencia en la república Argentina, donde obtuvo repetidos triunfos en su arte. Sus actividades se centraban en el retrato y el paisaje.

La crítica de la Península y del Archipiélago le han elogiado. Su aportación a la “Exposición de Artistas” de la provincia de Las Palmas, celebrada en el “Museo de Arte Moderno” de Madrid, el año 1944, bajo el apoyo del director general de Bellas Artes, que lo era por entonces don Juan Contreras, marqués de Lozoya, con el fin de dar a conocer en la Península el arte isleño, le permitió el ingreso a Massieu y Matos en la Orden de Alfonso X el Sabio, distinción muy merecida a sus talentos de pintor y como galardón a la labor realizada.

Familiarmente, la ciudad de Las Palmas le tributó un homenaje en la primavera de 1951, celebrándose con tal motivo una Exposición. Más de dos centenares de cuadros figuraron en ella. Con tan fausto motivo el Excmo. Ayuntamiento editó un libro con el estudio completo de su vida y obra. Don Nicolás murió soltero en su ciudad natal.

En la “Casa de Colón”, en Las Palmas, podrá ver, el curioso lector de esta reseña e impresiones, varias de sus obras allí reunidas. Entre ellas el retrato del pianista Romero Espínola, su autoretrato, varios paisajes, etc. Podrá hacerse cargo del valor o calidades, como se dice en la actualidad, de aquel pintor, tan aplaudido en la Península y en el Archipiélago, con mucha justicia.

Esta es mi expresión del “Autoretrato de Massieu y Matos”, existente en la “Casa de Colón” de aquella ciudad. Se trata de un retrato solo de cabeza, como los llamaban los antiguos pintores en Tenerife. Está representado nuestro artista con camisa blanca. Esta obra ya de gran alarde técnico. Verdadera pintura del siglo XX. Nada de envolver las pinceladas. Tal como el artista las colocó en el lienzo así las dejó. Véase el camino recorrido, desde la ejecución del retratista, don Manuel de León a este del segundo Colacho, aparte de que el temperamento artístico de éste es muy superior al de aquel viejo profesor. Me atrevería a calificar el “Autoretrato” de la “Casa de Colón” de impresionismo y muminismo moderno. Es una obra plenamente concebida, desde los diferentes puntos de vista técnico que se la considere.

Es Massieu y Matos un buen colorista, con carnaciones tostadas. Los blancos de la camisa están tratados con gran verdad. No aparece en él nada de Francia, como sucede en las obras de González Méndez, porque aquel es un pintor de España por completo, apartado de su tío, que es algo extranjerizado. No me explico bien las causas de todo esto, pero el pintor de que tratamos es muy español.

El autoretrato es su obra maestra en esta colección de Las Palmas. En las gafas del retratado solo vemos el borde de los cristales y la unión de estos. Otra ligera pincelada junto a la oreja, indica la entrada de la pata de las gafas en el pelo. Puro impresionismo. Tiene el peligro que, al ser empleado por pintores de menos talla que el señor Massieu y Matos, no de aquel defecto. Pero aquí ha triunfado plenamente el artista, como en otras muchas veces. El “Autorretrato” me convenció y lo aplaudo de lleno.

Ya en la citada “Exposición de Madrid” se le dio a conocer en la capital de España, pero no sé si será suficiente para esparcir el conocimiento de su arte por Europa y el Nuevo Mundo, aunque sean muchos los viajeros que cruzan el Atlántico sobre esta ruta. El nombre de este pintor de Las Palmas merece los respetos de una mayor divulgación que una simple crónica. Massieu y Matos ha dejado un nombre duradero en las Bellas Artes, para que se le tenga muy en cuenta al tratarse de la pintura en el Archipiélago.

Pedro Tarquis

Colacho Massieu / Crónicas de la ciudad y la isla (El Eco de Canarias 03/12/77)

Colacho Massieu 

Periódico El Eco de Canarias pg.9 / Las Palmas de Gran Canaria, Sábado 3 de Diciembre de 1977

CRÓNICAS DE LA CIUDAD Y LA ISLA

COLACHO MASSIEU

Editado –y gentil amablemente enviado– por Grafican, uno acaba de recibir un gran obsequio que echábamos de menos procedente de otras Instituciones: ese libro que recoge, además de los precisos datos biográficos del artista, las muestras más representativas de la obra pictórica de don Nicolás Massieu y Matos; en el mundo del arte canario, simplemente Colacho Massieu.

Como corresponde a la empresa editorial que lo ha hecho, el libro es un auténtico regalo por su presentación y la limpieza de lo que en él se ofrece. No en vano se puede presumir aquí, en la ciudad y en la isla, de poder contar con una Editorial capaz de poder competir en lo referente al material humano y técnico con las grandes editoriales el país. Y, tal vez, con algunas de las del extranjero.

Efectivamente, este libro cuyo contenido literario y gráfico deleita, es un producto más de una serie de actos que con motivo del centenario del nacimiento de don Nicolás ha querido organizar el Cabildo Insular de Gran Canaria a través, genuinamente, de la Casa –Museo de Colón y cuyo comité organizador se compone, además de las habituales presencias de autoridades, de críticos, periodistas y artistas que se han esmerado en resumir lo más brillantemente posible aquello más destacado y destacable de la vida y la obra de don Nicolás Massieu. El libro comienza con un breve estudio biográfico – crítico que hace don Juan Rodríguez Doreste para seguir con un evocador álbum fotográfico de aquellos escenarios que, de alguna manera, algo o tanto tienen que ver con la vida del pintor. Yo tengo una vaga idea de la figura física de don Nicolás, aunque es cierto que murió en 1954 y en realidad hace solo apenas poco más de veinte y tantos años. Pero aquellas últimas fotografías de don Nicolás hechas en su estudio de la casa de Ciudad Jardín revivan una imagen que ya está casi borrada de la mente.

No menos sugestiva e interesante la Antología Crítica que parte de 1933, precisamente con un juicio de don Joaquín Artiles publicada en “El defensor de Canarias”. A partir de ese momento y en tiempo ya tan alejado a nuestro tiempo, nombres tan conocidos como los de Juan Rodríguez Doreste para seguir con un evocador álbum fotográfico Álamo y un largo etcétera, pues cronológicamente la publicación va recorriendo toda la vida pictórica de don Nicolás. Finalmente el libro recoge a todo color, con una fidelidad en su reproducción digna de todo encomio, algunas de las más importantes y conocidas obras del artista. Como colofón, curiosamente, la reproducción del catálogo de sus obras, aunque es de suponer que falten algunas.

En suma, que uno está disfrutando por la tenencia de este libro, gentil y amablemente enviado por Graficán.

Para quienes lo idearon y mandaron hacer y para quien lo imprimió tan pulcra y bellamente, la felicitación, pues no es menos cierto que debe enorgullecernos poder contar por estas latitudes con una empresa o industria editorial capaz de poder competir, humana y técnicamente, con las más prestigiadas y prestigiosas del resto de España.

Pedro González Sosa

El Homenaje a Don Nicolás Massieu (El Eco de Canarias 30/11/77)

El Homenaje a Don Nicolás Massieu

Periódico El Eco de Canarias pg.9 / Las Palmas de Gran Canaria, Miércoles 30 de Noviembre de 1977

 El tema de cada día

EL HOMENAJE A DON NICOLÁS MASSIEU

Por Ignacio Quintana Marrero

Una vez más, se ha presentado públicamente la inmensa y preciada obra del insigne pintor grancanario, don Nicolás Massieu y Matos, que se puede admirar –como en verdad, cada día está sucediendo– en las salas de la Casa de Colón.

Como muy bien se hace constar en el índice biográfico de Don Nicolás Massieu, preparado con este motivo, esta exposición homenaje, en el centenario del nacimiento de nuestro pintor «ha sido posible merced al generoso desprendimiento de coleccionistas particulares y al esfuerzo realizado por la Comisión Organizadora designada por el Cabildo Insular de Gran Canaria, depositario del Legado artístico del pintor y organizador del homenaje que se le rinde».

Añade que «ha sido propósito de los organizadores el poder reunir la densa obra del pintor, para conseguir una muestra lo más completa y exhaustiva. De esta manera, se ha llegado a confeccionar un catálogo, difícil en su realización, pero se ha convertido en un volumen monográfico, indispensable ya en la biografía del arte contemporáneo. En sus páginas se encontrará la guía más completa que hasta el momento se ha confeccionado sobre nuestro pintor, y la probidad de su confección significará mucho en los estudios futuros de nuestro Arte Insular».

Valiosa y de óptima minerva para los estudiosos de la pintura del entrañable maestro es esta monografía, con una copiosa reproducción, en color y en blanco y negro, de las obras de Nicolás Massieu.

Después de una introducción de Juan Rodríguez Doreste que hace un bosquejo de la vida del pintor, cuya obra toda tiene «el inefable sabor de lo nuestro, el genuino sabor de la canariedad», y un índice biográfico desde 1876 en que nació hasta su muerte en 1954, aparece una breve antología crítica, desde 1933 hasta 1952, extractada de los periódicos locales. Le sigue el color en el arte de Nicolás con el catálogo de sus obras –más de trescientas reproducciones propiedad de museos, organismos y colecciones privadas.

Una magnífica publicación del Cabildo Insular que viene a enriquecer, con honor, el copioso acervo de sus publicaciones.

Como se dice en las notas anteriormente subrayadas, «una vez más», el Cabildo Insular de Gran Canaria ha sabido rendir homenaje a un ilustre insular que, con su arte, supo llevar su nombre y el de su isla, objeto especial de su obra, a los más dilatados niveles.

También durante el tiempo en que esté abierta la exposición, se está celebrando un ciclo de conferencias sobre la personalidad y obra de don Nicolás Massieu por figuras de reconocida solvencia cultural.

Mas para que le homenaje sea completo, sugerimos que la figura del gran pintor debe quedar perpetuada en nuestra ciudad tan falta de monumentos, cosa que repentinamente hemos denunciado. Así el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria debiera colocar un busto de don Nicolás en uno de nuestros jardines o plazas, aprovechando el centenario del nacimiento del ilustre grancanario y el medio milenio de la fundación de la ciudad.

Con ello se remataría felizmente el justo homenaje al gran pintor de Gran Canaria, aquel varón bueno, campechano, cordialísimo, ejemplar profesor de la amistad.

A Don Nicolás Massieu y Matoas (El Eco de Canarias 2611/1977)

A Don Nicolás Massieu y Matos

Periódico El Eco de Canarias pg.9 / Las Palmas de Gran Canaria, Sábado 26 de Noviembre de 1977

A DON NICOLÁS MASSIEU Y MATOS

Con motivo de la exposición de homenaje a don Nicolás Massieu y Matos, que se encuentra abierta en la Casa de Colón, el poeta Orlando Hernández ha compuesto el soneto que a continuación reproducimos.

“BODEGÓN”

Prepárase la fruta que el pintor
ya trae con la paleta media alma,
prepáranse los riscos con fervor
que vibran los colores por Canarias.

Nicolás, don Nicolás Massieu y Matos
ha llegado a Tejeda entre almendrales,
y ya ha puesto ante el Nublo como a un santo
un racimo de frutas tropicales.

Tunos, papayos, uvas y membrillos
amarillean cantando primaveras
al ritmo de los vientos y los trillos.

Qué mensaje de luz más placentera:
Un bodegón repleto de paisaje
se nos mete con la isla entre la sangre.

                                          Orlando Hernández

Homenaje de La Caja Insular de Ahorros a Colacho Massieu 30/01/1970

Homenaje de la Caja Insular de Ahorros a Colacho Massieu

Periódico El Eco de Canarias pg.9 / Las Palmas de Gran Canaria, Viernes 30 de Enero de 1970

Tertulia canaria
Por Belarmino

Homenaje de la Caja Insular
de Ahorros a Colacho Massieu

Don Nicolás Massieu y Matos, pintor excepcional, por su fuerte y original colorismo, y prócer grancanario de inigualable sencillez y altura, nos va resultando ya una figura un tanto legendaria, inmersa casi en la bruma de un reciente y resaltante pretérito, pese a la vigencia indiscutible de su obra pictórica y de su social y anecdótica nombradía. Pintor –sobrino de otro pintor, su tío el Ilustre don Felipe Massieu y Falcón–, isleño un mucho de tierra adentro, cazador y descubridor de cumbres y medianías, ex-concejal de nuestro Ayuntamiento, y, por sobre todo, caballero y ciudadano a carta cabal. Con sus ojillos azules, su natural gracejo, su palabra pausada y penetrante, sus escapadas al mar y a los nublos, armado de lienzos y caballete, era proverbial la fisonomía de este hombre casi sin par. Contemporáneo de Néstor, Tomás Gómez, Eladio Moreno Carbonero, Federico Valido, Jesús Arencibia y Juan Carló, su presencia y paso por los vericuetos y andenes de la isla eran señaladísimos. En la Escuela Luján Pérez ejerció su primer magisterio, en el Instituto de segunda enseñanza su profesorado de pintura, y en el escenario de la isla, de España y algo del mundo, su quehacer pictórico. Viajó mucho, Italia, Francia, los Países Bajos, la Argentina, alcanzaron su silueta y su vecindad, aunque de paso y con entrañada bonhomía. Para recalar a la isla, amarla como nadie, llevarla ardida y amorosamente a sus lienzos y caer en ella a dormir para siempre.

La Caja Insular de Ahorros ha tenido la reverencia y entrañable idea de grabar unos calendarios con parte de la obra de don Nicolás. Antes había hecho lo mismo, honrando igualmente su memoria y rescatándola del inexorable olvido, con fabuloso pincel del color, el sensualismo la magia de las formas y el mito del mar. Los poemas del mar Atlántico –sus cuatro tiempos o sonatas en color– fueron reproducidos y exhibidos, aireados, con ardor resucitante, por los gestores de la Caja de Ahorros. En muchas oficinas y residencias hoteleras, en muchas galería y salas de casas particulares, cuelgan esas reproducciones, que vienen a ser como un homenaje insoslayable, puro, espontáneo y voluntario de una entidad de fines y alcances económicos, a quien cantara la tierra y el mar de sus mayores.

Otro tanto acaba de hacerse con Colacho Massieu, nuestro gran colorista; nuestro gran paisajista y retratista –el retrato de su madre es una conmovedora joya artística–; nuestro gran bodegonista. Un homenaje que recuerda y prolonga aquel que nuestro Excmo. Ayuntamiento le hiciera, hará unos años, en río, con catálogo ilustrado y prologado por el veterano profesor y pulcro escritor don Pedro Cullen. Hoy la Caja Insular de Ahorros no hace sino anillar, actualizar, reverdecer aquel homenaje y, a la vez, signar aquello de que: “no sólo de pan –de economía y de ahorro– vive el hombre”. En nombre de la pintura grancanaria, del arte y la ensoñación plástica de las islas, felicitémonos y agradezcamos que tan feliz iniciativa haya sido llevada a cabo.

Pinturas de Nicolás Massieu y Matos en la Casa de Colón (Falange 22/07/1954)

La Casa de Colón, Museo Arqueológico Provincial

Periódico Falange Página Cuatro / Jueves, 22 de julio de 1954

En la histórica, severa y elegante casa-residencia de los antiguos Gobernantes de Gran Canaria, restaurada con sumo acierto y agrandada notablemente con la adquisición y especial acondicionamiento de la vivienda colindante, tiene hoy realidad ostensible la denominada CASA DE COLÓN, que no es otra cosa sino Museo Arqueológico Provincial, gracias a una iniciativa y noble empeño del Presidente del Excmo. Cabildo Insular de Gran Canaria, don Matías Vega Guerra, cristalizados con suma eficiencia por uno de sus colaboradores más destacados en el orden cultural.

La casa de Colón ya albergaba, con digna instalación el Archivo Histórico Provincial, se enriquece ahora con las dependencias dedicadas a Museo Arqueológico Provincial, levantadas con original trazado arqueológico y discreta ornamentación que responde al siglo XV, época en que en dichas casas y torre-fortaleza fueron moradas de los Gobernadores de Gran Canaria, en período tumultuoso y de rivalidades políticas al nacer a la vida hispánica de la Isla, lugar de Justicias y evocador escenario de las oraciones del Gran Almirante.

La obra que se expone en las nuevas instalaciones y dependencias inauguradas el 18 de Julio es un conjunto de piezas artístico arqueológicas de distintas épocas y variada valoración que responde a un loable esfuerzo del Conservador de la Casa de Colón. 

Este Museo Arqueológico y Artístico Provincial es una prueba más de lo mucho que aun se puede hacer en este orden de coas, ya que en este aspecto, justo es proclamarlo, nada se había hecho. En ese nuevo museo que tanto honra a Las Palmas de Gran Canaria y al Archipiélago Canario, debe tener entrada un sin número de piezas artístico-arqueológicas que actualmente están diseminadas y sin justa valoración y con la posibilidad de perderse o de emigrar de nuestra provincia.

…»Gracias a una paciente labor selectiva y de localización, de restauración, reproducción y de embellecimiento, la Casa de Colón se ha convertido en un auténtico Museo Arqueológico y Artístico Provincial en el que se exhiben, hábilmente pintadas en las paredes del patio principal, las rutas colombinas, cartas geográficas y grabados antiguos que reproducen distintas casas habitadas por Colón; biblioteca colombina, tipos de galeones del siglo XV, documentos de los siglos XV y XVI, varios tipos de cañones de las fortalezas de La Luz o de las isletas, San Cristóbal, Santa Ana y San Carlos que defendían la Capital; lápidas funerarias blasonadas, escudos heráldicos labrados en piedra, telas y damascos, imágenes del siglo XVI, tapices, panoplias, cantorales frailunos miniados, bancos de tea, cajoneras artísticas, mesas, pilas bautimales en piedra y mármol de los siglos XV, XVI y XVII, cartas reales, joyas, monedas, arquetas de madera, hierro y piel, cerámica, artesanados mudéjares, arcadas góticas del antiguo claustro del extinguido convento de San Pedro Martis de esta Capital, pozo y brocal gótico del siglo XV, escaleras señoriales labradas en piedra de elegante tracería, puertas y ventanales góticos manuelinos, emotiva y bella cripta gótica, fuentes, armas, alfombras moriscas, fragmentos de retablos, estatua en madera de Santa Ana (siglo XV) que perteneció a la primitiva catedral de Canarias cuando esta estuvo instalada en la Iglesia de San Antonio Abad, banderas de antiguas milicias canarias, pinturas de Nicolás Massieu y Matos, rico fondo de cuadros procedentes del depósito del Museo del Prado, valiosos cuadros flamencos adquiridos por el Cabildo Insular y otras numerosas piezas artístico-arqueológicas donadas al Museo o cedidas en depósito.

Las restauraciones y obras de acondicionamiento efectuadas, así como la presentación de todo este valioso material evidencia lo que puede y logra el tesón, la voluntad y generosidad de una corporación y especialmente la decisión firme de su Presidente don Matías Vega Guerra, auténtico mecenas de ese nuevo museo que tanto lustre y prestancia viene a dar a la capital y a la provincia»…

Una calle o plaza con el nombre de Don Nicolás Massieu y Matos 04/06/1954

Ayuntamiento; Se aprueba la Carta Económica Municipal / Una calle o plaza de la ciudad llevará el nombre del ilustre pintor canario don Nicolás Massieu y Matos

 Periódico Falange Viernes, 4 de junio de 1954

AYUNTAMIENTO

Se aprueba la Carta Económica Municipal

Una calle o plaza de la ciudad llevará el nombre del Ilustre pintor canario don Nicolás Massieu y Matos

Ayer se reunió en sesión extraordinaria el Pleno de la Corporación municipal. Presidió el Alcalde, señor Ramírez Bethencourt, y asistieron los señores Morales Ramos, Rubio Guerra, Martín y Yumar, Hernández Blanco, Robaina, Torres Sosa, Santana Saavedra, Rivero del Castillo, Menéndez Rodríguez, Naranjo Hermosilla, Dávila Fabelo, Guerrero Mates, Campos Doreste, Estévez Yánez y Miranda Junco.

Motivada la reunión la Carta Económica municipal, de cuya aprobación por la Superioridad –unificada a las de los restantes Ayuntamientos de la isla– fue dada cuenta en el Pleno anterior. Después de unas breves explicaciones del señor Alcalde, la Carta fue aprobada por unanimidad, nombrándose a los concejales don Manuel Campos, Doreste y D. Luis Miranda para formar parte, con el Cabildo Insular, de la comisión mixta que ha de fijar los arbitrios, cumplimentando así una de las cláusulas de la misma. 

Antes de entrar en el orden del día, y después de aprobada el acta de la sesión anterior, el señor Ramírez Bethencourt tomó la palabra para proponer constara en acta el sentimiento de la corporación por el fallecimiento del ilustres pintor canario don Nicolás Massieu Matos, cuya personalidad –dijo– no es precioso destacar por ser de todos bien conocida, y para que se diera su nombre a una calle o plaza de la ciudad; propuesta que, desde luego, mereció la unánime aprobación del Pleno. Asimismo propuso el señor Alcalde y también fue aprobado, constará en acta el sentimiento de la corporación por el fallecimiento, en desgraciado accidente, del guardia municipal don Juan Pérez Alonso.

Funeral por Don Nicolás Massieu (Falange 21/05/1954)

Funeral por Don Nicolás Massieu 

Organizado por el Excmo. Cabildo Insular se ofició en la Iglesia de San Antonio Abad

Periódico Falange Página Cuatro / Viernes, 21 de mayo de 1954

Vida de SOCIEDAD

FUNERAL POR DON NICOLÁS MASSIEU

Organizado por el Excmo. Cabildo Insular se ofició en la iglesia de San Antonio Abad,  a las 8’30 de la mañana de ayer, un funeral por el descanso eterno del alma del ilustre pintor don Nicolás Massieu y Matos, que falleció en esta ciudad el pasado mes de abril.

Asistieron al piadoso acto el Presidente y consejeros del Cabildo Insular c on el secretario, interventor y funcionarios del mismo; Alcalde de la ciudad, familiares del finado, artistas, pintores, escritores, periodistas y amigos. Con la presidencia del acto se encontraba don Juan Massieu, hermano del finado.

Terminada la misa fue depositada en la tumba de don Nicolás Massieu en el cementerio una corona de laurel con una cinta con los colores de Gran Canaria. Luego, la presidencia y asistentes se trasladaron a la Casa de Colón para ver el Salón donde será expuesta la obra pictórica de don Colacho.

Homenaje de admiración con la muerte de Don Nicolás Massieu 30/04/1954

La ciudad de Las Palmas, rindió constante tributo de admiración y cariño a su predilecto pintor.

Periódico Falange Página Cuatro / Viernes, 30 de abril de 1954

Nicolás Massieu

Ni el tiempo ni el espacio que disponemos nos permiten hacer el trabajo necrológico que se merece esta gran figura de la pintura patria. Por eso nos concretamos a llorar su muerte y acompañar en justo duelo a su distinguida familia. Pero no podemos prescindir, en estas breves líneas, de consignar la importancia de la irreparable pérdida que hoy lamentamos los canarios.

Nicolás Massieu reunía todas las excelencias, sobresaliendo por su gran caridad y por su modestia, grande y sincera. Altas virtudes que unía a su preclaro talento y que le hacía acreedor al cariño y respeto de todos cuantos le tratamos. 

La pintura está de duelo; con la muerte de este gran pintor pierde Gran Canaria uno de sus preciados cultivadores de este arte y a unos de los hijos más predilectos. Porque nuestra capital se enorgullecía con encerrar en su recinto a este notable pintor que aumentaba la lista de glorias que tanto renombre han dado a esta noble Ciudad.

Los relevantes méritos de este hombre, cuya muerte lloramos, y las dotes de inteligencia unidas a la bondad de su carácter hacen doblemente sensible su pérdida. Sensible es siempre la muerte, pero aun lo es más cuando toca en personas cuyas cualidades le hacían acreedoras al cariño general.

La ciudad de Las Palmas, que rindió constante tributo de admiración y cariño a su predilecto pintor, hállase en estos días bajo el peso de justo dolor por la muerte del artista y que de modo gráfico ha reflejado nuestra Prensa rindiendo desde sus columnas sentido homenaje de admiración y afecto a las virtudes y talento de tan renombrado hijo de nuestra isla que embriagó su alma de artista en los paisajes de su patria chica para volcarlos en el lienzo donde tomaban armonía y corrección…

Con la muerte de don Nicolás Massieu un nombre esclarecido acaba de escribirse en los anales de la posteridad.

Al ofrecer nuestro homenaje de admiración, en estas pobres y humildes líneas, reiteramos nuevamente los sentimientos de pésame, que su dolorosa pérdida nos ha inspirado, a su distinguida familia. 

¡Descanse en paz Nicolás Massieu!

Francisco Martín Álvarez

Sentimiento por la muerte de Don Nicolás Massieu (Falange 29/04/1954)

Fallecimiento del gran artista canario Don Nicolás Massieu y Matos, el pintor que supo fijar con su paleta los mejores instantes de la luz y del paisaje de su isla.

Periódico Falange Página Dos / Viernes, 29 de abril de 1954

SENTIMIENTO POR LA MUERTE DE DON NICOLÁS MASSIEU

Al finalizar la sesión el señor Vega Guerra dio cuenta al Cabildo del sensible fallecimiento del gran artista canario don Nicolás Massieu y Matos, el pintor que tan maravillosamente supo fijar con su paleta los mejores instantes de la luz y del paisaje de su isla, por lo que consideraba lógico y natural que la Corporación Insular señalara este dolor en sus libros capitulares.

Pero aún existe un motivo de más intensa gratitud –con ser tan profundo el expuesto– que hace que el Cabildo sienta aún más intensamente la muerte de aquel gran artista, D.Nicolás Massieu, que lega a la Corporación representativa de Gran Canaria, mediante testamente lo filia perfectamente, la parte fundamental de su obra; y para corresponder a tan alto gesto, se acordó no sólo asentar en actas el dolor de la Corporación Insular por tan sentida muerte sino que la obra del pintor desaparecido se instale con la máxima dignidad y el más alto prestigio en salas adecuadas para él.

Y sin más asuntos de que tratar se levantó la sesión.

En Memoria de Nicolás Massieu (25/04/1954)

…»Nos deja a todos con la pena cavada en el corazón alejándose por ese desconocido camino, cuya admirable perspectiva nunca, jamás, podrá pintar»… 

Periódico Falange Página Cuatro / Viernes, 25 de Abril de 1954

EN MEMORIA DE NICOLÁS MASSIEU

Doy el último adiós a Nicolás Massieu, a quien quise mucho y admiré más. El dolor nubla mi alma y cuando busco consuelo a mi alrededor vuelve la angustia, porque contemplo un puesto vacío: el que a mi lado ocupaba este amigo sin igual.

Voy quedándome solo, porque Dios quiere ir quitándome, uno a uno, a los que formábamos el grupo de navegante por el mundo. Se hunde un navío, pero no hay ningún otro que venga a colocarse en el sitio desierto; y es en vano que la mirada se pierda en el amenazador horizonte ansiando ayudas que no han de llegar. Presiento el final: le presumo cercano, tal vez traidor como un bajío, tal vez descubierto como un ataque al flamear de las banderas; y temo, porque me falta todos estos espíritus fuertes y optimistas que con su aliento sostenían, mientras vivieron, la fe desfalleciéndose y sabías cuidar las heridas de la lucha vital vertiendo sobre ellas ese bálsamo prodigioso de la amistad cordial.

¡Y qué bálsamo! Nicolás Massieu lo dispensaba torrencialmente, sacándolo de su propio corazón. Su humanidad daba generosamente el afecto, y el afecto se veía –literalmente, se veía– salir de su ancho pecho, de su amplia frente, de sus claros ojos hechos a dominar la hermosura de la Naturaleza. En la intimidad de Massieu descansábase, como bajo una arboleda después de una larga camitana al sol.

No se crea que aquel tranquilo porte y aquella abierta efusión significaban solo mansedumbre. El mar más en calma tiene también sus tempestades y, cuando estallan, se admira ver cómo la dulce suavidad se convierte en frenético furor. El océano enorme del alma de Nicolás Massieu se encrespaba de vez en cuando, y entonces era terrible. Pero, de pronto, brillaba un rayo de sol, asegurábanse las agitadas aguas y su alma, como el mar después de la borrasca, resplandecía luminosa y azul en el azul de sus pupilas. Con todo, siempre era grato descubrirle así, en su natural verdadero, y era posible entonces comprobar que su espíritu era un paisaje, tal y como el gustaba pintar: cielo claro, monte bañado de sol, rincón jugoso y umbrío: o quizá marina en los acantilados. En sus lienzos, la serena ternura y la majestuosa y dura grandeza van inalterablemente unidas. Así conseguía, sin proponérselo, retratar fuertemente su pensamiento y su corazón. Su único odio –y en esto también se retrataba– era el artificio. Ni nunca quiso pintar así, ni nunca quiso portarse así. ¡Gran mérito, cuando ahora la ficción es cosa incorporada al vivir corriente, y es un lujo conservar la sincera naturalidad!

Pero se ha ido de mi lado. Se ha ido de nuestro lado. Nos deja a todos con la pena cavada en el corazón, alejándose por ese desconocido camino cuya admirable perspectiva nunca, jamás, podrá pintar. Nos deja a todos, llevándose el secreto del color y la rara magia de animar lo inanimado con sólo el toque de su pincel. En esta hermosa mañana de Abril, la lápida de su fosa no le ha ocultado en la última vuelta del camino terrenal. A aquel otro camino que empieza precisamente allí y que a ningún viviente es dado conocer, le pido yo, como en el admirable verso de Alonso Quesada, que ponga en tierra “las rosas de sus bordes de una blancura superior y eterna”, para que, al fin, los pies del gran viajero puedan sentir dulzura.

Adiós. Yo soy un creyente, y sé que un gran día me he de encontrar con él. Ahora pienso en Massieu rodeado de soles, de estrellas, de luces incomparables, de armonías milagrosas. Pienso en su alma inmortal, volando en las alturas radiantes. Y digo lo que el gran poeta escribió en el verso final de “Julio César”:

“Este fue un hombre”.

Luis Benítez Inglott

Colacho Massieu ha muerto (24/04/1954)

..»Te despedimos, Colacho Massieu, con la rodilla firma de nuestra amistad llena de luto y de oración en tierra»…

Periódico Falange Página Diez / Sábado, 24 de Abril de 1954

 

Colacho Massieu ha muerto

Como luz dorada en la tarde le veíamos declinar. Pero se mantenían azules sus ojos. Aquellos ojos que abarcaron toda la luz de Gran Canaria, dese el mar a la cumbre. Y nos hacíamos la ilusión de que aun gobernaban la tierra y el cielo para traernos en todos los instantes más divinos su mirada con la cual loa sin cesar inmortalizándolos para nosotros. Pero, ahora, oh dolor, sabemos de sus ojos cerrados para siempre. La tarde dorada se cerró en la noche del mundo, en busca de la luz de la Eternidad. Se nos figura que es imposible, no este sentado todavía en cada piedra de la isla Colacho Massieu. En cada roque, en cada sendero donde plantó su caballete y cuadró su paleta. Se nos figura imposible que no se abra su tienda de poeta medio a medio del campo o sobre la arena dorada del mar, donde la huella de sus nupcias largas con la belleza. Se nos figura imposible que nunca sea ya la oferta gloriosa con la que nos entregaba su mismo corazón.

Ha muerto el más grande pintor de nuestro tiempo en la Gran Canaria. Y uno de sus más grandes y perfectos caballeros. La amistad ideal y la canariedad incomparable ha quedado sin llamada. Toda la isla sabe lo que muere con Colacho Massieu. Pero los que íntimamente le conocimos, los que le amamos, los que pudimos siempre recostar la cabeza en su pecho, podemos decir que nunca ha de saberse cabalmente de ese mundo de ternura e hidalguía que se lleva consigo Colacho Massieu. Pero él era el más querido unánimamente, el más admirado entre todos. Se hace halo inmortal en el aire de todas las horas de la isla. Y se está haciendo inmortal en todos los corazones. Su rostro lleno de luz seguirá apareciendo para las generaciones venideras a través de los himnos maravillosos de color cantados a su isla.

En esta hora que esperábamos pero que llega inesperada, en verdad, para los que no nos resignamos a sus desposorios largos con la muerte, sabemos del verdadero latido doloroso de nuestro pecho en la desgarradura de esta dulce y fraterna amistad inmemorial que se evade cruelmente. Te despedimos, Colacho Massieu, con la rodilla firme de nuestra amistad llena de luto y de oración en tierra. En los brazos de dios se están abriendo tus ojos azules que abarcaron toda la luz de Gran Canaria desde el mar a la cumbre.

Luis Doreste Silva

 

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